Descripción
Curuguaty es Paraguay. Pensar Curuguaty es pensar al Paraguay. La masacre sucedida en esas tierras –en Marina Kue– en junio de 2012, desató un golpe de Estado parlamentario que desplazó a un gobierno constitucional y significó la existencia breve, confusa y desafortunada de otro gobierno ilegítimo, que duró entre penas poco más de un año. Y derivó, además, en la vuelta del coloradismo (puesto al día y con todos los lastres que esa vuelta significa) a una hegemonía apenas horadada. En perspectiva, el caso Curuguaty remite al campesinado pobre masacrado por el Estado paraguayo, a la enorme cuestión de la tierra –del acceso a la tierra, de las tierras malhabidas, de una reforma agraria permanentemente boicoteada– e interroga a una democracia que hoy se falsea al negar derechos.
Curuguaty reflexiona a través del campesinado sobre una subjetividad desmarcada del orden estatal, que hoy en Paraguay condensa sentidos que trascienden la cosa rural. El campesino muerto en Curuguaty, el campesino perseguido por la “Justicia”, nos recuerda otras persecuciones y discriminaciones de estos días, como las desatadas sobre cuerpos que ejercen sexualidades diversas a la dominante. El campesino es también una subjetividad diversamente deseante, como tantas otras, marginadas, ghettizadas, aisladas, discriminadas, perseguidas por los poderes fácticos y hegemónicos del Paraguay que, muchas veces, se canalizan a través del Estado. De ese Estado que debería velar por la democracia y por la extensión de derechos.
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