Galimatías del tiempo

“El tiempo se parte en pedazos y retrocede. Es un espejo de voces añoradas y elocuencias taciturnas. El alma muere y renace, sufre en su eterno círculo de reproches y búsquedas. En ese escenario, el amor enseña la manera de aferrarse a esa curuvica estacional, aunque la ausencia brille con sus sitios olvidados sobre paredes casi extrañas donde la luz azul deposita su enfermiza soledad o la conjetura amarga del deseo.
El perfil de lo vivido desparrama una abrazadora tentación, recuerdos fósiles, quemazones antiguos, secretos aún escondidos que subyacen el ardor de cópulas invisibles.
Así se despliega Galimatías del tiempo, su propósito parece ser (si es que existe) la rebelión del corazón. Y este contagia a la vista la silueta de un amor, de algo que ya no existe, pero que ha dejado su perdurable hegemonía entre las nubes que cabalgan con interrogantes intrépidos”. (Viviana Insaurralde).