Orozco pytukue

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Traducir una obra a otra lengua es volverla a escribir, reinventarla. Es tomar el árbol vuelto semilla y hacerlo crecer nuevamente en suelo distinto, en un ambiente otro. El guaraní consolida cada vez más su camino también como lengua escrita. Y en ese sentido, las traducciones de obras de grandes autores latinoamericanos contribuyen a fortalecerlo, aportándole riqueza, moviendo sus hitos para ensancharle las fronteras.
No caben dudas de que la figura de Olga Orozco es una de las más encumbradas de la literatura latinoamericana. La poeta argentina posee una voz profunda, su musa de innumerables recursos interroga, cuestiona, reflexiona. Parafraseando a Pound, podemos decir que Olga Orozco es una antena lúcida de nuestra especie.
Susy Delgado, escritora de exquisita sensibilidad, encara en estas páginas la fascinante y paralelamente difícil misión de traducir a nuestra lengua nativa la poesía inmensa de su colega argentina. Una misión que es un reto y un desafío mayúsculo. Una misión de la que nuestra poeta bilingüe sale airosa, trayendo consigo un cántaro fresco del que nos permite beber sorbos de la poesía compleja y meditada de Olga Orozco.
(Rubén Capdevila)

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Descripción

Leer la poesía de Olga Orozco, su psicología introspectiva, impone al lector un análisis de la desesperanza. En su obra no percibimos alegría ante la toma de conciencia que hace de la condición humana sino una profunda tristeza y compasión hacia el ser que se cierra a sí mismo la puerta, ante la contemplación del espectáculo humano –que ella misma lo interpreta–, quedando como atrapado dentro de su angustia y soledad absolutas.
Muchos estudiosos de su obra la situaron en el surrealismo, definición que es rebatida cuando asumimos la curiosa tarea de desentrañar todo el misterio que convive con su poesía. En ella se entrecruzan vientos, oscuros túneles, agoreros imaginarios, mucha luz, pero también la oscuridad y sus tenebrosos espejos en los que encuentra con quien hablar, hablándose ella misma, a sí misma, conversaciones quiméricas a las que les da vida, y también muerte, con su insondable discurso, sus vocablos precisos, sus velados anatemas a esto que llamamos vida, y que para ella fuera una suerte de terrible caleidoscopio, que acaso con la diaria rotación de la Tierra mutaba la primera impresión que recibiera y que pasaba de inmediato a los siguientes retazos, en un inacabable juego de claroscuros y diminutos relámpagos que no alcanzaban a iluminar el negro sendero que, suponía, se abría a sus pasos. Y en relación a lo de hablarse a sí misma, el crítico argentino Jorge Monteleone dice que “esa voz muta, va desde la voz ritual, partícipe de la divinidad, hasta la crítica del verbo sagrado, que no solo reconoce su condición mortal sino también realiza un cuestionamiento del Dios patriarcal y una alianza con las voces de otras mujeres”.
Este brevísimo y a todas luces pobre introito de la inmensa Olga Orozco nos lleva, sin embargo, a pensar en otra gran poeta, paraguaya en este caso, como lo es Susy Delgado, quien compiló una veintena de poemas de aquélla y se afanó en la inmensurable tarea de traducirlos al guaraní. Es así como la ciclópea labor llegó a su feliz consecución, para la cual Susy debió recurrir a su profundo conocimiento de su lengua materna y a su condición de poeta. Porque bien se ha dicho que “sólo los poetas pueden traducir a los poetas”, sentencia que la traductora supo sortear con suma sensibilidad y pericia para volcar al guaraní las densas e intrincadas pulsiones de los poemas de la gran poeta argentina, universal por su extraordinaria obra.
Con todo, debemos señalar que Susy Delgado no sólo ha demostrado la ductilidad del guaraní, pues sabemos que las cosmovisiones humanas manan de la lengua en las que piensan y hablan, y en este caso la tarea encarada por nuestra poeta esplende por el lúcido tramado que realizó para unir con asombroso resultado los puntos muy equidistantes de la visión del mundo que impregna el idioma español y la que campea en el guaraní. Y logró también, y acaso sin proponérselo, que esta lengua originaria y oficial del Paraguay cobre inmensurable vuelo, llevándola a una altura jamás imaginada, cuyo aleteo podrá oírse, literal y metafóricamente, en toda la zona guaranítica del sur de nuestro continente. Con su versión de la poesía de Olga Orozco la lengua guaraní ha cobrado tal altura que, por lo mismo, será el indiscutible pilar del gran edificio cultural que se ha desarrollado desde el Amazonas hasta la cuenca del Río de la Plata. Y será el colofón intangible de todos los esfuerzos de integración que venimos animando en esta parte del mundo. (Víctor Casartelli)

Información adicional

Autor

Año

2020

Paginas

92

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