Fuera de stock

Poesía que no lee ni mi mamá

La poesía de César tiene un componente más que necesario para el cóctel de unx paraguayx: cantidades extra de humor. Justo lo que me recetó mi doctor. Como buen médico, César sabe que la risa también es una cura. Más todavía si tu presidente es nieto de la dictadura stronista. El autor desarrolla un humor poético capaz de transformar la rabia en potencia, el desasosiego en esperanza y la indiferencia en curiosidad. Y sin ánimos de que esto se vuelva panfletario, tengo que decirte que si nada de lo que leas dentro de este libro te produce ganas de ir a votar distinto en las urnas, por lo menos te vas a reír.
Para mí la poesía tiene esa capacidad de poder vernos a través del otre, de hacernos sentir menos solxs. O como dijo Benedetti, de saber que más allá de tu soledad y la mía, estás vos otra vez, aunque sea preguntándote qué vendrá después de la soledad. Por eso, este pequeño, cursi y kashiai poemario me parece tan necesario. No solamente para llorar y reír, sino para repensarnos. Si no aprovechamos estos tiempos para cuidarnos, para abrazar y seguir soñando, creo que entonces estamos escribiendo al pedo. Pero de verdad, qué mejor tiempo que este para empezar a tomarnos en serio a la palabra escrita, a los hallazgos diarios, a las consecuencias de los agrotóxicos en nuestra genética, a la importancia de la distribución de los roles de cuidado, a los ejercicios de memoria, como únicos métodos para entender el significado de identidad.
El poemario de César me ubica en el tiempo presente y en una isla que ni él, ni yo, ni Roa Bastos elegimos padecer. Pero aquí estamos, todavía intentando descifrar qué es la patria. Y quizás no sea nada concreto ni estático, sino que se asemeje más a lo que dijo Susnik: movilidad. Y con la poesía como trinchera, te invito a seguir moviéndote. (Romina Aquino González)

Categoría:

Descripción

Escribir poesía y hacer ciencia en Paraguay, en el 2021, es luchar contra la corriente de un sistema lleno de odio, fake news y colorados. Es respirar bajo el agua. Caminar sobre el fuego. Nadar en el asfalto. Y aún así, existir. Pocas cosas tienen tanto sentido hoy en día como el hecho de imaginar alternativas de sobrevivencia. Poesía y ciencia se cruzan en la pregunta constante. En el movimiento de buscar incesamente la solución (belleza) a un problema humano. En la no resignación ante el caos establecido por las élites. En la posibilidad de que, algún día, en algún planeta, en algún cosmos, la dignidad sea patrimonio universal.
“Poesía que no lee ni mi mamá” me parece un intento, diría que desesperado e incluso ineludible, de transformar la mierda en algo sublime: utilizarla como abono para plantar un jardín. Si vamos a seguir teniendo gobiernos colorados, si nuestros enfermos van a seguir muriendo sentados, si van a seguir matando a nuestras niñas: pues hagamos poesía (y obvio, ciencia). (Romina Aquino González)

Información adicional

Año

2021

Autor

Paginas

108

Valoraciones

No hay valoraciones aún.

Solo los usuarios registrados que hayan comprado este producto pueden hacer una valoración.



NOVELAS